SIMBOLOGÍA e INTERTEXTUALIDADES y otra cosas, en la segunda estrofa de ‘GALOPE MUERTO’ de Pablo Neruda.
por fernando reyes franzani.
Primero: esa segunda estancia:
“Aquello todo tan rápido, tan viviente,
inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma,esas ruedas de los motores, en fin.
Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol,
callado, por alrededor, de tal modo,
mezclando todos los limbos sus colas.
Es que de dónde, por dónde, en qué orilla?
El rodeo constante, incierto, tan mudo,
como las lilas alrededor del convento,
o la llegada de la muerte a la lengua del buey
que cae a tumbos, guardabajo, y cuyos cuernos quieren sonar.”
El hablante de la segunda estrofa continúa con las mismas características que el hablante de la primera estancia: casi un enunciante objetivo, narrador, en máscara de cientificidad, como quien está más bien enunciando verdades.
Ya sabemos que en esta estrofa aparece el primer adjetivo propiamente tal, indiscutible: “secas” en <puntadas secas>, con lo cual el poeta de ‘Galope muerto’, en el uso de adjetivos emula definitivamente a San Juan de la Cruz, en la parquedad del santo poeta en el uso de adjetivos y en su preferencia por situarlos post puestos al nombre. (Dámaso Alonso se dio gran trabajo en analizar estas características de la poesía de San Juan de la Cruz: aquí no hacemos más que referir a su autoridad).
Donde analistas no han visto más que relaciones materiales entre objetos referidos, lo que abisma y llena de dudas sobre esos análisis, es, en verdad, una extrema condensación de simbología en uso multireferencial.
Las imágenes concretas usadas por el joven Neruda son símbolos, algunos tomados desde el pool universal de ellos, otros, desarrollados por el poeta, y otros intertextualizados desde “Así habló Zaratustra” de Friedrich Nietzsche, el con olor a membrillos, como lo connotara el propio Neruda. Así como cuando niños y jóvenes machucábamos membrillos, el joven Neruda exprimía libros, y, sobre todo, en importancia para su propia formación: machucó a corcho la obra más importante del filósofo del martillo.
Ya vimos, y se lo ha visto, que “Aquello todo tan rápido, tan viviente, / inmóvil sin embargo, como la polea loca en sí misma, / esas ruedas de los motores, en fin.” es una manera de refrasear, recifrar de modo poético, la primera estrofa.
El mundo, naturaleza y sociedad, la totalidad referida es un todo autosostenido, en movimiento y desarrollo, es la ceniza desplegada, que no necesita de motor externo, pues él es en sí mismo y por sí mismo, una “polea loca en sí misma.” Todo depende si aquello es un referencia material a las poleas locas o es un símbolo del auto movimiento. Quien conozca de poleas locas como parte de un mecanismo automotriz inmediatamente pensará que refiere a un movimiento libre, y no un movimiento sin sentido. Quien haya leído “Así habló Zaratustra” y hubiera constatado la intertextualidad: no tendrá ninguna duda al respecto.
‘Galope muerto’ es un dragón de Moebius, un todo vivo que no tiene principio ni fin y se despliega en cinco planos interrelacionados. Aquí estamos refiriendo a penas uno: el del todo: el de la materialidad mundo-espiritual que rige “Residencia en la tierra”. Pero puede ser también un todo muerto: si alguien no lo activa, o lo entraba y liquida. (Eso es así con todo poema).
Y ahora directo al grano:
Sobre la polea loca en sí misma. Zaratustra: Desde <Del camino del creador>: “Eres tú una nueva fuerza y un nuevo derecho? ¿un primer movimiento?, ¿una rueda que gira por sí misma? ¿Puedes obligar a las estrellas a que giren a tu alrededor?”.
Ahí se refiere una rueda que gira por sí misma. Ahí tienen un primer movimiento. Neruda no hizo más que generalizar en lo concreto de una polea loca que gira por sí misma: elevando a símbolo de movimiento auto impulsado y autosostenido esa polea loca que gira por sí misma. Y esas ruedas de los motores, en fin. En general el joven Neruda, dejaba de lado los aspectos morales-metafísicos, del “Así habló Zaratustra” y leía exclusivamente desde un punto de vista personal, y/o estético. Esto lo diremos como una primera aproximación: tal vez haya más, tal vez el compromiso es mayor aún. (Pero dejemos que los demás hagan también su trabajo).
Y ahí aparecen estrellas que giran a su alrededor. (Pero son estrellas de mucho más adelante: reaparecerán, cómo no, en otros poemas de “Residencia en la tierra 1” , aquí adelanto para que vayan haciendo sus tareas.
Es casi transparente que el símbolo trasciende a la lectura de la totalidad y refiere también, a ‘Galope muerto’ como despliegue de vida personal, y despliegue de la vida hasta ese momento del propio demiurgo, y despliegue de meta poesía: de arte poética que es también ese texto casi infinito del joven Neruda: una verdadera serpiente de Moebius.
Y se ha dicho que aquello refiere a la vida sin sentido, sin rumbo, del no creyente: Hay que reírse de los peces de colores!
En artículo ya publicado en el blog se refirió a esos motores como los motores del movimiento, aquellos de la música celestial y las esferas de cristal, de los filósofos griegos, los motores del movimiento celestial en torno al centro que era la tierra. No insistiremos en aquellos símbolos también subsumidos en esos primeros versos de la segunda estrofa, concientemente torcidas sus narices por el joven Neruda: solo diremos: Neruda no temía ser tergiversado: guardó siempre silencio en esas materias: eso lo hace grande entre grandes: un poeta no debe andar explicando sus poemas. Si ello está allí: alguna vez será visto por otros, por los lectores: o no está allí.
“Existiendo como las puntadas secas en las costuras del árbol, / callado, por alrededor, de tal modo, / mezclando todos los limbos sus colas.”
En ese artículo referido anterior ya se dijo lo suficiente. Solo insistir que refiere de modo simbólico al arte poética que es ‘Galope muerto’, como a la necesidad de indagar, de investigar, de apropiar la esencia en la apariencia cuando se lidia con el mundo, y que esa apropiación debe ser totalizante: mezclando todos los limbos sus colas: tanto si se trata del mundo, como de un poema. (En explícito rechaza ese tomar unas palabras por aquí, otras por allá, e inferir algo que solo por casualidad podrá dar en un blanco aproximado, y lo más seguro es que desrielen. Y con el mundo: lo mismo, pero en vez de palabras, fenómenos aparentes).
“Es que de dónde, por dónde, en qué orilla?”
Será necesario insistir en lo ya dicho en la entrada referida anterior?
Pero nunca está de más repetir: así las cosas quedan remachadas:Aquí tenemos un exceso de complicaciones. Pero antes: escuchen allí el repicar de las campanas, tanto de las graves como de las cantarinas, como otro elemento de ese sonido ya tan largo.
Zaratustra: Desde <De los predicadores de la muerte>: “Existen predicadores de la muerte: y la tierra está llena de individuos a quienes hay que predicarles que se alejen de la vida. … Repleta está la tierra por los superfluos. ¡Bueno será que alguien les saque de esta vida, con el señuelo de la <vida eterna>”.
Zaratustra: Desde <El canto de la danza>: “Algo desconocido me rodea, y me contempla pensativo. ¿Cómo? ¿Acaso vives aún, Zaratustra? … ¡Por qué?, ¿para qué?, ¿con qué?, ¿hacia dónde?, ¿de dónde?, ¿cómo? ¿No es tontería seguir viviendo?
Y no continuaré las citas, porque se hace muy largo. Así que un breve comentario:
En la sabiduría popular, y en su canto, se dice: “sin saber quién soy, ni de dónde vengo, ni por dónde voy” del: de dónde venimos, a dónde vamos; y el que rodea a Zaratustra pregunta <¿No es tontería seguir viviendo?> Igual que un ingenuo preguntando a un ateo: ¿y para qué vives?). (El creyente responde en la orilla del más allá. El ateo sabe que es en la orilla del más acá). (El agnóstico hace como que no tiene la menor idea, como que no se ha planteado el problema).
Para un zaratustriano ¿en qué orilla? no pregunta por la alternativa de mundo versus otra vida en las nubes. Eso es rechazado como inicio, para poder dedicarse a la vida en el aquí y el ahora: la vida es la vida en la tierra = mundo, no hay otro lugar para vivirla. Pero en esta vida en la tierra hay también dos orillas: la orilla del más acá, la orilla de los padres, la orilla de todo lo que debe ser superado; y la orilla del más allá del acá, en la otra orilla del acá: la orilla de la superación, la orilla transvalorada del acá del presente.
Por tanto ya vislumbran a qué refiere ese “Es que de dónde, por dónde, en qué orilla? En relación a la vida es la pregunta existencial, pero a lo Zaratustra. En relación a la poesía: es la pregunta por la poesía superada versus la poesía impura. Y es parte de la metapoesía al interior de ‘Galope muerto’. Y en relación a la propia vida del joven demiurgo: porque en este poema lo tenemos inmerso hasta la médula, aunque no lo crean, es la alternativa de su pasado inmediato con sus éxitos que él ha juzgado fracasos, y un futuro aún incierto, que en poesía está forjando a partir de la misma escritura del poema que estamos refiriendo: “Así habló Zaratustra” reorientó no solo la poesía del joven Neruda, también su vida misma.
Y de Arthur Schopenhauer, algo hasta ahora? La verdad que nada de nada. Pero prometo un artículo en que mostraré la verdadera influencia de Schopenhauer en ‘Galope muerto’, será también toda una novedad y sorpresa. Claro que un lector atento, ya lo puede sospechar. Y aquí adelanto: serán dos influencias metodológicas de extrema importancia, no textuales, que se mantendrán a lo largo de toda la Residencia en la tierra 1.
El lector deberá disculpar este ir entregando a gotas: ya hubiera querido que el libro de base de esta investigación estuviera publicado: “Análisis, comentario y estructura de Galope muerto’ de Pablo Neruda, por fernando reyes franzani.
“El rodeo constante, incierto, tan mudo, / como las lilas alrededor del convento, / o la llegada de la muerte a la lengua del buey / que cae a tumbos, guardabajo, y cuyos cuernos quieren sonar.”
Lo importante ya está dicho en el artículo anterior: las referencias a la religiosidad, la tradicional, y las esotéricas. Aquí agregaré solo una primicia, adelantando hacia el final mismo de “Residencia en la tierra”:
Ese buey simbólico cuyos cuernos quieren sonar. Ya sabemos que nos avisa a nosotros, a todos, de la llegada de la muerte a la conciencia del individuo conciente: el ser humano, y la desaparición de ella en la nada.
Esta simbología muy del joven Neruda, propia de él, se retomará en ‘Ausencia de Joaquín’ y en ‘Entierro en el Este’, y en ‘El fantasma del buque de carga’ donde la materialidad de lo que se destruye y era conciente va a dar a las aguas, al océano, a esos mares poblándose, a la reintegración de la vida material.
Ese buey simbólico, en uno de sus aspectos, es también el joven Neruda. Y ciertamente también el joven Zaratustra. No entregaré las textualidades. Cualquiera las puede buscar y encontrar.
Y lo prometido: el último poema de “Residencia en la tierra 2” es ‘Josie Bliss’: lean allí: “Yo existo en ese día repartido, / existo allí como una piedra pisada por un buey, / como un testigo sin duda olvidado.” Donde el hablante reconoce que ya sólo existe como una piedra pisada por un buey. Y ese habrá sido el final del hablante residenciario.
Ya ven cómo ‘Galope muerto’ es la base estructural de toda la poesía residenciaria: de “Residencia en la tierra 1” y de “Residencia en la tierra 2” .
Y ya no hay más residencias después de ese final.
La próxima entrega será el análisis palabra por palabra, verso por verso de la estrofa tres de ‘Galope muerto’.
frf
03 de agosto de 2011.